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25 jun 2008

un pensamiento desde Buenos Aires, de mi amiga Paula

Las fronteras que nos marcan el cuerpo[1]

Me pregunto por qué siempre elijo -¿sin querer?- estar del lado de la minoría, de las diferencias, de la vereda de enfrente. ¿Será que me gusta ser combativa? ¿Será que necesito pelear contra las imposiciones para sentirme viva? ¿Será que sentirme señalada por los “otros” –la mayoría- me desanestesia?
Sin querer en una ruta hablábamos con Ale de las cosas que nos gustaban cuando éramos chicos, qué queríamos ser cuando fuésemos grandes. Y ahí me di cuenta que una nace con una marca en el cuerpo que se acentúa con los años o algunos pueden hacer desaparecer.
De chica quería ser maestra de fronteras. Estaba muy convencida pero todos me decían que estaba loca, la loca apenas sostuvo esas ganas desde los siete hasta los trece. De más chica –eso nadie lo supo hasta la charla que tuve, se ve que quedó guardadito en la memoria, hasta yo lo había olvidado- quería ser “centinela de la Patria”, no sabía qué era ser gendarme, pero me encantaba cómo sonaba la palabra centinela y sí sabía que los gendarmes “defendían” las fronteras. Además creo que de esa horrible propaganda quedó mi amor por el Cóndor y su forma de amar. ¿La recuerdan? “Joven argentino si tienes…”. ¿Será que mi subconsciente me preservó al no haber dicho nunca en voz alta semejante idea?
De maestra de fronteras quise profesora de literatura, duró muy poco. Después antropóloga y así me anoté en el CBC. ¿Antro qué? Me preguntaban. “Ay nena, ¿vas a ir a desenterrar momias a Egipto?” Ése es el concepto que aún hoy muchos tienen de la Antropología. Y mi carrera duró un cuatrimestre ya que di libre Filosofía y me cambié a Letras. “Ah, ¿profesora?, NO, ah, ¿filosofía y letras? NO, Y ¿eso qué es?” Todavía no sé qué es pero me gusta. Dentro de Letras elegí hacer materias relacionadas con la “Cultura popular”, más márgenes dentro de los márgenes.
De un tiempo a esta parte el “género” me corrió más hacia la frontera. Las fronteras se ve que en mi vida –y en la de todos- no son sólo las geográficas. Ahora digo cualquier cosa y ya me dicen “feminista”. Decidir no tener hijos todavía a mis 34 años es visto como casi el exterminio de la humanidad (cuál sería el femenino de esta palabra tan sexista). Ni les cuento cuando desde sexto grado dije que me quería ir a vivir sola –cuando fuera mayor de edad-. Que no me iba a casar NUNCA y menos por iglesia. Que no quise festejar mis quince con la típica fiesta y el vestido blanco. Que en lugar de Bariloche elegí ir a Laguna Blanca y Clorinda –Formosa- frontera con el Paraguay. La loca de nuevo. Ya hasta me lo creo a veces de tantas veces que me lo han dicho. Cómo marcan las palabreas casi tanto que te hacen estar de éste o de aquel lado. Y acaso una persona loca no cruza el límite.

Bueno, esta pequeña reseña de fronteras y márgenes es para llegar al acto de ayer. Siempre voté al PTS y también fui criticada. Alguna vez al PO y otras al PS. Nunca apoyé al oficialismo. Siempre del lado opuesto, de la vereda de enfrente. Ahora que decido cruzarla por un ratito, que apoyo de alguna manera a este gobierno y a la presidenta, que elijo no apoyar a los enemigos visibles (como dijo un señor llamado Orlando) Iglesia, militares, grandes terratenientes, oligarcas, garcas. Ahora que por primera vez fui a la Plaza de Mayo a un acto que hace el gobierno y no la oposición, ahora que estoy por un ratito del otro lado también soy criticada, también estoy en la minoría, también estoy en la frontera de ser señalada.
Es que es mi karma? Ayer me angustió ir al acto, saben por qué? Porque esta situación me hace pensar y casi sentir por primera vez de esta manera cómo se habrán sentido los torturados, desaparecidos, mutilados, silenciados. No es que nunca lo pensé sino que ahora siento que todo lo que hicieron los que lucharon con palabras, con ideas, con armas, TODA la sociedad que no militaba o que los apoyaban se lo pasaron por el orto, disculpen la grosería. Pero me duele recordar frases como el “no te metás”, “algo habrán hecho”, “a mi no me llevaron” todo esa militancia y muerte a la gente no le interesa, cuando digo a la gente me refiero a todos los que defienden al “campo”, al campo de la Sociedad Rural. El 80% de los que nos rodean.
Si les mando las respuestas de los que me respondieron algunos mails asustan, no todos son personas con pocos estudios, es decir responde de la misma manera el tipo que no fue a la escuela como un doctor y magister y licenciado de los claustros más elevados. Escuchar y no poder hablar. Hablar y tener que elevar la voz porque me la tapan con bocinas, gritos, o directamente me dicen: “no sabés qué estás diciendo”, “querés tener siempre la razón”, que me acusen de montonera, peronacha, palabras de la vieja historia no es casual. Que hayan minimizado el acto de ayer tampoco lo es.
No sé, pero me siento de nuevo en la línea que me divide de esos otros que no quiero ser, de esos otros que me dan miedo, que me parecen que ejercen la mayor de las violencias: el silenciamiento. Que la gente se olvide tan rápido de todo. Al final la frase “cada pueblo tiene lo que se merece” ¿es cierta? Pero yo no quiero ser parte de un pueblo así sin memoria, desagradecido y violento. Mandado por esos que ayer estaban ecuménicamente reunidos. Me recuerda cuando Videla comulgó, o me provoca el escalofrío de la misa dada en Gualeguaychú a la segunda semana del corte de rutas.
Para terminar mi cruce de fronteras y de huellas al nacer. Ayer cuando vi por la televisión la repercusión del acto –de manera mediática- me sentí como me debo haber sentido antes de nacer. Ahorcada, atragantada, angustiada. Antes de nacer tenía doble vuelta de cordón y además me cagué por hacer fuerza para nacer. ¿Será que ya desde tan chiquitita tuve que pelear para hacerme escuchar que ahora siento esa misma impotencia y estas ganas de gritar?
A las personas que fueron ayer o las que estuvieron presentes desde sus casas u otros lugares, a la que tuvo los ovarios bien puestos y tuvo que pelear contra un gremio para ir al acto, a los que apoyan a la “democracia”, a la memoria, a la equidad, a la libertad, a los que se la bancan contra esa mayoría enardecida y ciega, a los que están en contra de los enemigos de siempre va esta nota. Incluso a los que luchan en cada parte de este Continente contra los que nos quieren silenciar. Un abrazo bien fuerte y sin fronteras.
Paula 19 junio 2008

[1] Cuerpo como totalidad (voz, piel, huesos, pensamientos, partes).