DIGO, HAY CHINGADERAS, PERO PS EN QUE PAÍS LATINOAMERICANO NO LAS HAY Y MUCHO MAS CABRONAS.
Ambos se quejan de que situamos el salario de los cubanos en US$17 mensuales, que no hablamos del ingreso social que percibe el ciudadano medio y que tampoco mencionamos el costo real de la vida en la isla.
En parte ambos tienen razón, miles de personas haciendo colas para comprar celulares de US$200 o reservando en hoteles de Varadero a US$80 la noche, atestiguan que hay una diferencia entre salario e ingreso.
Evidentemente hay cubanos y cubanos, algunos de ellos con bastante dinero, son artistas, trabajadores de empresas extranjeras, campesinos, "cuentapropistas" (autonómos) y también, por qué no decirlo, unos cuantos funcionarios corruptos.
Claro que no todos los cubanos ganan esos dineros, ni siquiera la mayoría de ellos, aunque algunos cálculos realistas demuestran que por lo menos la mitad de la ciudadanía recibe divisas por una u otra vía, pero ¿y el resto?
Una parte de ellos se dedican al robo diario en sus empresas, para vender después en el mercado negro y completar los ingresos necesarios para mantener a su familia, a veces incluso para mantenerla muy bien.
Los otros, se adaptan a vivir con un ingreso social que incluye una canasta de alimentos subvencionados por la que se pagan menos de US$5 al mes, a pesar de que su costo es de más de US$60, según el presidente Raúl Castro.
Pero esto no ocurre sólo con los alimentos, el teléfono cuesta $6 cubanos, es decir US$0.25 al mes, el cine o el teatro, vale US$0.08, sea cual sea la obra o la película. Por ese precio llegué a ver al gran mimo Marcel Marceau en el García Lorca.
El valor total de una casa vendida por el Estado ronda los US$300, pagados a 30 años por crédito bancario, con una cuota mensual de alrededor de US$0.60, que si además se deja de pagar no implica la pérdida de la vivienda.
En esas condiciones no es de extrañar que el 85% de los cubanos sean propietarios, los otros pagan un alquiler irrisorio, en un país donde el pasaje de autobús urbano cuesta poco menos de US$0.02, váyase donde se vaya.
La salud pública, como todo el mundo sabe, es gratuita, las medicinas están subvencionadas y cuestan centavos de dólar por lo que el tema de la sanidad no se incluye en el presupuesto mensual de una familia cubana.
Como tampoco se contabilizan los gastos por la educación, que también está libre de pago, desde el preescolar hasta la universidad e incluso los postgrados. Ni siquiera se pagan los libros que los centros académicos prestan a los alumnos.
Poco se sabe de los restaurantes para jubilados, donde los ancianos escasos de recursos pueden comer almuerzo y cena por US$0.10 al día, mientras que en los comedores de los centros de trabajo se paga menos que eso.
Dar estos precios era necesario para entender por qué los cubanos no están desnutridos, mal vestidos o por qué no hay esos grados de violencia social que en muchos países suele acompañar a la extrema miseria.
Pero también hay que decir que a pesar de todas las subvenciones y gratuidades, la cuenta no da y no da porque el costo de la canasta básica es de US$70, es decir, cuatro veces más que el salario medio nacional, según economistas cubanos.
Porque por muchas gratuidades que haya, hay que comprar zapatos que cuestan US$20 y aceite de soya a US$2.30 el litro y un jabón que sube cada día y un kilo de carne de vaca que se lleva el salario mensual completo.
En parte ambos tienen razón, miles de personas haciendo colas para comprar celulares de US$200 o reservando en hoteles de Varadero a US$80 la noche, atestiguan que hay una diferencia entre salario e ingreso.
Evidentemente hay cubanos y cubanos, algunos de ellos con bastante dinero, son artistas, trabajadores de empresas extranjeras, campesinos, "cuentapropistas" (autonómos) y también, por qué no decirlo, unos cuantos funcionarios corruptos.
Claro que no todos los cubanos ganan esos dineros, ni siquiera la mayoría de ellos, aunque algunos cálculos realistas demuestran que por lo menos la mitad de la ciudadanía recibe divisas por una u otra vía, pero ¿y el resto?
Una parte de ellos se dedican al robo diario en sus empresas, para vender después en el mercado negro y completar los ingresos necesarios para mantener a su familia, a veces incluso para mantenerla muy bien.
Los otros, se adaptan a vivir con un ingreso social que incluye una canasta de alimentos subvencionados por la que se pagan menos de US$5 al mes, a pesar de que su costo es de más de US$60, según el presidente Raúl Castro.
Pero esto no ocurre sólo con los alimentos, el teléfono cuesta $6 cubanos, es decir US$0.25 al mes, el cine o el teatro, vale US$0.08, sea cual sea la obra o la película. Por ese precio llegué a ver al gran mimo Marcel Marceau en el García Lorca.
El valor total de una casa vendida por el Estado ronda los US$300, pagados a 30 años por crédito bancario, con una cuota mensual de alrededor de US$0.60, que si además se deja de pagar no implica la pérdida de la vivienda.
En esas condiciones no es de extrañar que el 85% de los cubanos sean propietarios, los otros pagan un alquiler irrisorio, en un país donde el pasaje de autobús urbano cuesta poco menos de US$0.02, váyase donde se vaya.
La salud pública, como todo el mundo sabe, es gratuita, las medicinas están subvencionadas y cuestan centavos de dólar por lo que el tema de la sanidad no se incluye en el presupuesto mensual de una familia cubana.
Como tampoco se contabilizan los gastos por la educación, que también está libre de pago, desde el preescolar hasta la universidad e incluso los postgrados. Ni siquiera se pagan los libros que los centros académicos prestan a los alumnos.
Poco se sabe de los restaurantes para jubilados, donde los ancianos escasos de recursos pueden comer almuerzo y cena por US$0.10 al día, mientras que en los comedores de los centros de trabajo se paga menos que eso.
Dar estos precios era necesario para entender por qué los cubanos no están desnutridos, mal vestidos o por qué no hay esos grados de violencia social que en muchos países suele acompañar a la extrema miseria.
Pero también hay que decir que a pesar de todas las subvenciones y gratuidades, la cuenta no da y no da porque el costo de la canasta básica es de US$70, es decir, cuatro veces más que el salario medio nacional, según economistas cubanos.
Porque por muchas gratuidades que haya, hay que comprar zapatos que cuestan US$20 y aceite de soya a US$2.30 el litro y un jabón que sube cada día y un kilo de carne de vaca que se lleva el salario mensual completo.